sábado, 19 de mayo de 2018

Las dos Málagas de los libros ... por Jesús Zotano


Resulta cuanto menos llamativo que la Feria del Libro y La Noche de los Libros, citas destinadas al mismo objetivo de impulsar la lectura, se celebren sin tocarse, como dos perfectos extraños en un ascensor. Una y otra son posibles gracias al dinero público

Este año sólo han transcurrido cinco días entre la clausura de la Feria del Libro de Málaga y la celebración de La Noche de los Libros. Ambos eventos, sostenidos con dinero público, poseen objetivos comunes: fomentar la lectura y la escritura, impulsar la labor editorial y hacer que la gente se acerque a los libros y a sus autores. El primero tiene una duración de nueve jornadas (este año se ha desarrollado entre el 27 de abril y el 6 de mayo) y el segundo, que se celebró el pasado viernes 11 de mayo, transcurre a lo largo de ocho horas (de 18.30 a 02.30 horas). La Feria del Libro cuenta con un presupuesto de 50.000 euros, mientras que la velada de La Térmica, centro dependiente de la Diputación, ha sido dotada este año con 40.000 euros.

Resulta llamativo que ambas citas se celebren sin tocarse, como si fuesen dos perfectos extraños en un ascensor. La Asociación de Libreros de la ciudad asegura haber invitado en varias ocasiones a los impulsores del festival de La Térmica para que colaboren con algún acto o presentación de sus actividades en el marco de la feria, «al igual que hace el Centro Andaluz de las Letras», sostiene el director de la Feria del Libro, Manuel García Iborra.


La aportación del ente supramunicipal a la Feria del Libro consiste en el pago de la cuota de instalación de su caseta (4.850 euros) y la cesión gratuita del Centro de Ediciones (CEDMA) para la elaboración de los materiales impresos (cartel, programas de mano...), «valorado en unos 2.000 euros», según detalla Iborra. Llegados a este punto, cabe preguntarse por qué la Diputación se muestra tan mezquina en el apoyo a la Feria del Libro, a la que proporciona algo menos de 7.000 euros en total, y tan generosa en su propia fiesta literaria. La distancia marcada entre ambas citas resulta singular, ya que los responsables de Málaga 451 ni siquiera han hecho uso del stand de la Diputación para ofrecer algún adelanto de su programa. Txema Martín, director del evento de la avenida de los Guindos, matiza que la invitación cursada por los libreros llevaba implícita la instalación de una caseta propia en la plaza de la Merced y, por tanto, «el pago de su correspondiente cuota». «La Noche de los Libros no posee un espíritu comercial. Nuestro concepto es diferente y, además, no realizamos ediciones propias, por lo que no tenía mucho sentido destinar casi 5.000 euros a tener una caseta en la Feria del Libro».

El director de La Térmica, Salomón Castiel, entiende que señalar la ausencia de colaboración entre ambos eventos es algo así como alimentar «una polémica infantil», ya que, sostiene, «se trata de dos cosas completamente distintas». Aunque lo cierto es que no existe ni una sola queja de los libreros hacia La Noche de los Libros, en la que participan activamente. «Como fomento de la lectura y fiesta en torno a los libros, La Noche de los Libros es un privilegio para nosotros. Como también es un privilegio que durante unas horas pasen 15.000 personas por delante de los puestos de nuestras librerías», afirma Jesús Otaola, responsable de Proteo-Prometeo. Igualmente, el presidente de la Asociación Feria del Libro de Málaga y propietario de Comic Stores, Miguel Ángel Díaz, califica de «magnífico» el festival de La Térmica.


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El lamento de los libreros no es ni mucho menos en contra de la velada literaria de la Diputación. Ellos lamentan la precaria situación en la que se encuentra la Feria del Libro, que desde hace unos años «se celebra de milagro», según Miguel Ángel Díaz. La aportación in extremis de la Fundación Unicaja hizo posible que la pasada edición de la feria pudiera afrontar los gastos mínimos. Una situación que imposibilita pensar en actividades o programación. Si el presupuesto no alcanza para la instalación de las casetas y contratar la seguridad, poco se les puede exigir sobre traer grandes firmas u organizar conferencias y debates con los autores más relevantes. «Hay que repensar la Feria del Libro», apunta Otaola. «No se puede seguir así. Los apoyos que tenemos no son suficientes, como tampoco lo son las librerías participantes y la difusión. Málaga se merece una feria propia de una gran ciudad cultural». Los libreros son conscientes de sus flaquezas y defectos.

En las antípodas de esta situación de precariedad se sitúa Málaga 451, que se celebra en un recinto, cuenta con un equipo de promoción y diseño propio y que, por tanto, destina la totalidad de su presupuesto a la programación. En La Térmica gastan en una tarde noche casi lo mismo que los libreros en nueve días de feria. Y claro, la diferencias son notables. Los malagueños merecemos una Feria del Libro más parecida a La Noche de los Libros, con autores de la talla de James Rhodes, Juan José Millás, Jean Echenoz o Antonio Escohotado, y la Diputación debería ayudar a que así fuera.

Lo único que consigue esta duplicidad en la promoción y difusión cultural es debilitar los esfuerzos individuales. Ocurre en Málaga con Picasso. Por un lado, la Casa Natal posee unos maravillosos fondos de obras del genio, pero su sala de exposiciones tiene las dimensiones de un trastero. Por el otro, el Museo Picasso cuenta con un espacio expositivo envidiable y casi nada en la nevera de fondos picassianos. Los ciudadanos dejamos nuestros impuestos para el fomento de la lectura y la difusión de la vida y obra de Picasso en el mismo cajón. Luego llega la política y reparte: «Esto para tus libros y esto para los míos. Esto para tu Picasso y esto para el mío». Lógico.

Puede que estas reflexiones sigan resultándole infantiles a más de uno. Es normal, porque pensar que dos actividades en cuyos nombres aparece la palabra «libro», que se pagan con fondos públicos, que se celebran el mismo mes y que comparten objetivos no es propio de adultos. Lo más sensato es pensar que La Térmica es una cosa y la Diputación otra bien distinta. Y que lo mío es mejor que lo tuyo porque yo tengo mejor gusto y no porque mi presupuesto sea insultante al lado del tuyo.

En el cuento El pobre y el rico, de los hermanos Grimm, no existe enfrentamiento alguno entre la familias protagonistas, pero el relato sí ofrece una moraleja: despreciar a los menos favorecidos no reporta ningún beneficio a los que, desde su maravillosa mansión, tuercen el gesto cada vez que se les solicita ayuda.




Jesús Zotano

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