sábado, 19 de mayo de 2018

Casas y jardines.. por Pablo Aranda

Andamos liados con las casas de los políticos y con los jardines de todos

La sangre no ha llegado a Del Río, concejal de Medio Ambiente, y los trabajadores de Parques y Jardines han desconvocado la huelga prevista. Gestionar lo verde no es fácil. En Roma van a recurrir a cuadrillas de cabras y ovejas para segar la hierba, una idea que ya se lleva a cabo en París, Berlín o San Sebastián. En Málaga habría que hacerles la prueba de ADN a las cabras para después comprobar a qué cuadrilla corresponde cada caca, como ocurre con los perros. Los de Galapagar necesitarán jardinero para un jardín que me gusta hasta para mí. Pablo Iglesias no está casado por la iglesia, como Pablo Casado, que también tiene una casa grande. Pablo Iglesias e Irene Montero se han comprado una casa ideal y nos hemos perdido en sus pasillos. Deseo que sean muy felices los hijos de Pablo Iglesias y los de Pablo Casado, como lo fueron los de la Ana Mato, con aquellos cumpleaños en amplios jardines particulares. Recuerdo a Pablo González, hijo de Felipe González, corriendo hacia clases con la cara cubierta mientras era perseguido por periodistas. Sabíamos de él hasta que sacaba malas notas. ¿Era necesario? A lo mejor es que lo dejaba todo para el final y ya no le daba tiempo a asimilar todos los contenidos. O entregaba los exámenes sin haberlos repasado. Pablo Casado tampoco repasaba los exámenes, por falta de tiempo para hacer el siguiente; si no cómo aprobar tantas asignaturas en tan pocos meses.


Allá cada cual con su vida y su dinero siempre que se haya ganado honradamente. El problema es cuando han dado la matraca a otros por lo mismo. Lo malo de hacer enemigos es que arrieritos somos. El juez Llarena tiene una casa de ese tamaño y en sus muros caben frases enteras en un cuerpo de letra perfectamente legible hasta desde Berlín, donde las ovejas. El director de Recaudación de la Agencia Tributaria, Guillermo Barros, vive en un pisito de trescientos sesenta y cuatro metros cuadrados, como para encontrar las gafas. El piso está en León y él trabaja en Madrid pero con una casa así se entiende que cada mañana recorra los casi trescientos kilómetros hasta su lugar de trabajo. Dice que es que no encuentra piso en Madrid. La casa de León ya no le corresponde porque es del Estado y ha dejado de trabajar allí. Como Hacienda somos todos pues entre todos se la pagamos. El nuevo delegado de la Agencia Tributaria en León no puede usar la casa porque está llena de Barros, y vive en su anterior destino, Zamora, y cada mañana recorre los casi ciento cincuenta kilómetros hasta León. Barros podría mudarse a Vallecas, al piso que ha dejado el agnóstico Iglesias. En Málaga van a empezar las obras de la Alameda, que ya estaba en obras. Los comerciantes que hayan resistido tendrán que resistir un poco más todavía. Los residentes buscarse otra casa o alquilarla a turistas. Habitación con vistas. A la obra. Quedará todo muy bonito pero mientras tanto qué. Habría que hacer un esfuerzo y pagar más a los jardineros. A veces los tratan como si fueran cabras.
Pablo Aranda
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