martes, 16 de agosto de 2016

Reconocer los límites, o la ética del deseo... por Martha Zein

La narradora, periodista, escritora, navegante y cineasta Martha Zeinescribe regularmente sobre eros, sus metamorfosis y cartografías en el diario El País. En el último de sus artículos habla de que es a partir de que asumimos que el amor y nuestro deseo tiene límites es cuando verdaderamente podemos reconocer su grandeza. El espíritu de este texto es el que subyace en el taller que la propia Zein dará entre el 28 de noviembre y el 2 de diciembre en La Térmica, Eros no es lo que parece, dentro del Aula Savia, para el que ya se han abierto las pocas plazas de inscripción que habrá y que recomiendo vivamente. A través de la web pueden hacerlo. http://www.latermicamalaga.com/aula-savia-eros-no-es-lo-qu…/
Este párrafo del texto ilustra su espíritu: "Solo explorando tu geografía erótica, comprenderás hasta qué punto eres capaz de recorrerlo hasta sus confines. Amar hasta el límite implica un viaje sin heroicidades, sin idolatrías, sin transgresiones que supongan mover la verja de la culpa en vez de abolirla, con un respeto inmenso a las fragilidades y vulnerabilidades propias y ajenas. Amar hasta el límite supone aceptar la existencia del dolor y la muerte del amor, asumir que nuestro/a amante tiene su propia geografía erótica y que lo máximo que se puede hacer es acompañarse hasta el último paso".

Hector Marquez

Reconocer los límites, o la ética del deseo

Por Martha Zein*

Dicen que el amor no tiene límites. No creo que sea cierto, precisamente es en los límites donde crece, incluida la industria de Eros.

Desde que el Marqués de Sade en el seno de la revolución francesa llevó el contrato social al terreno de los afectos, esos límites pueden ser un terreno de juego en el que los amantes alcancen acuerdos al margen de las convenciones. El imaginario de la mística, con su deseada entrega absoluta, ha demostrado que la redención es un objetivo que ilumina las fronteras.
En esta era de la transparencia parece que lo prohibido se haya convertido en un gran parque de atracciones. Ahora el juego consiste en "ir más allá", una enorme broma colectiva que puede llenar la sala de los cines o crear relatos best-sellers con toda la mercadotecnia necesaria y sus efectos dominó. Hace dos años el eco de esas famosas Cincuenta sombras llenó las tiendas de ropa interior de una línea de lencería con estética sumisa, nada cómoda para la vida cotidiana y, sin embargo, un éxito en ventas. Este verano ya han pasado se moda.
AgathasDe la serie 'Ágathas' de Irene Díaz.
Agathas_irene

A base de asomarse a los límites, jugar en ellos, comprar sus souvenirs y organizar viajes multitudinarios, hay conceptos que se van llenando de matices hasta parecer que se dan la vuelta. Además de "lo prohibido" está "lo obsceno", aquello que queda fuera de la escena, lo que se hace en el otro lado del muro. "Lo pornográfico" es otro concepto explotado, pues visibiliza precisamente aquello que consideramos marginal o punto ciego del Eros. En cualquiera de esas tres palabras podemos encontrarnos con una fiesta organizada por comerciantes, artistas y amantes, una "orgía" donde los seres expulsados encuentran un instante de integración; los excluidos, un momento para exponer sus reivindicaciones; los marginales, un caprichoso liderazgo.
Cuando Eros convierte el límite en una excepción, la sensación de libertad embriaga a todos los seres participantes, aunque no se alcance. Pasada la resaca, la mayoría comprueba que su jardín de Eros permanece intacto.

Los reflejos de Eros son solo eso, juegos de luz que transforman las sombras, creando falsos y, al mismo tiempo, bellos horizontes. En medio de la pasión, del impulso amoroso, levántate del lecho, mírate al espejo con las retinas aún perturbadas por el deseo, di en alto "te amo sin límites" y verás aparecer las fronteras.
Los mapas eróticos que manejamos son una ficción, lo que no significa que sean necesariamente falsos. En Eros no hay satélites que valgan. Nadie puede levantar el portulano de tus deseos, impulsos, sueños, y experiencias más que tú, incluidos tus tabúes, tus miedos, las costumbres y convenciones en las que has crecido... en una palabra: tu ética.

Solo explorando tu geografía erótica, comprenderás hasta qué punto eres capaz de recorrerlo hasta sus confines. Amar hasta el límite implica un viaje sin heroicidades, sin idolatrías, sin transgresiones que supongan mover la verja de la culpa en vez de abolirla, con un respeto inmenso a las fragilidades y vulnerabilidades propias y ajenas. Amar hasta el límite supone aceptar la existencia del dolor y la muerte del amor, asumir que nuestro/a amante tiene su propia geografía erótica y que lo máximo que se puede hacer es acompañarse hasta el último paso.

En nuestra finitud, la grandeza es inimaginable. Apenas sabemos lo que somos capaces de hacer cuando alcanzamos ese punto en el que comprobamos que se levanta una de nuestras limitaciones: podemos derrumbarlas, es cierto, pero también hacer que por sus muros trepen los jazmines; convertir esa frontera aparecida en donde pasos atrás solo veíamos la nada en un punto de encuentro acogedor; incluso levantar allí un hogar. Todo es posible cuando se ama hasta el límite.

¿Qué sucede cuando los mapas eróticos de los/as amantes no coinciden?Quienes aman hasta sus propios límites saben que esto es lo normal. La famosa media naranja, el amor complementario, es una ficción egótica, de ahí que no se asusten ni vean en esta falta de coincidencia la encarnación del fracaso. Por el contrario, es en esa inexactitud donde comienza para ambas partes el verdadero viaje, aquel que se hace en compañía, aunque se desarrolle en la distancia.
La presencia es algo más que una cuestión física. En ese momento, quienes aman hasta sus límites comprenden que el otro/la otra caminará en solitario, si así lo desea, y lejos de forzar experiencias o exigir saltos o ver discapacidades donde no hay más que diferentes cuerpos, cuidarán el generoso jardín común. Sus flores están ahí gracias a la siembra compartida de gozos, alegrías, placeres y curiosidades, los recorridos que la otra persona haga en solitario pueden enriquecer su vergel con la incorporación de nuevas semillas. Descubrirán hasta qué punto, efectivamente, el amor crece allí donde una de las partes reconoció su límite.


(*) Escritora, autora de documentales y narrative coacher. Imparte talleres sobre las narrativas del Eros, centrándose en las trampas del lenguaje, los límites de la representación y la poética del deseo. Colaboradora en el espacio radial 'No apagues el llum' de IB3.

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